jueves, 11 de septiembre de 2014

¿Es podemos la nueva Falange? La solución



En nuestra  anterior entrega buscamos las semejanzas entre  el diagnóstico de los males de España que hace Podemos en la actualidad y el que en su día hizo la Falange joseantoniana. Como vimos, ambas formaciones denuncian que en el corazón de dichos males se halla un orden político y económico injusto que ha puesto los resortes del Estado al servicio de los intereses de unos pocos: la casta. Hoy pretendemos ir un paso más allá, examinando las propuestas que ambas formaciones plantean como remedio de dichos males. Y aquí, como veremos,  las semejanzas tampoco son magras.

Si, según dijimos, los males que afligen a España tienen su origen en un orden económico y político injusto, el remedio pasará necesariamente por subvertir o transmutar ese orden. Es decir, ambas formaciones han de presentarse como una alternativa a la viciada democracia liberal y al capitalismo desenfrenado

Aunque una mirada superficial hiciese pensar que la alternativa política que presentó en su día la Falange es diametralmente opuesta a la que hoy en día presenta Podemos, un análisis más profundo hace que lo que en principio parecían perfiles nítidos empiecen a difuminarse. Veamos, pues.

Como señalamos, tanto Falange como Podemos consideran agotado e insuficiente el actual marco político, siendo baldío cualquier intento de reformarlo o reconstruirlo. Hay que crear uno nuevo y la tarea apremia, pues si ellos no lo hacen serán otros quienes lo hagan en beneficio propio. José Antonio lo expuso así:

Hace falta estar ciego para no ver cómo está crujiendo toda la estructura política y económica del mundo capitalista y cómo cada día se perfilan mejor las dos únicas soluciones, y soluciones revolucionarias: la dictadura del proletariado o el Estado Nacional, que ejecute justicia social y dé una tarea colectiva al pueblo. No hay otra salida, guste o no. Los parches, los remiendos, las monsergas contrarrevolucionarias no conducen sino a confesar la revolución antinacional.[1]


Y en el documento pre-borrador de la ponencia política de Podemos puede leerse una idea similar planteada también en los mismos términos antagónicos:

Seguramente la disyuntiva política estratégica hoy está entre la restauración oligárquica o apertura democrático-plebeya, posiblemente en un sentido constituyente[2]
Así las cosas, se hace necesario “un orden nuevo”[3], “una voluntad popular nueva para el cambio político en favor de las mayorías sociales[4]. Y, para ello, es imprescindible poner el Estado en manos de personas idóneas que encaminen su proa hacia ese nuevo horizonte.

El advenimiento de este nuevo orden ha de ser eminentemente revolucionario y oportunista, dado el carácter minoritario de ambas formaciones. Creo que a nadie se le oculta que tanto Falange  como Podemos son la iniciativa de un pequeño grupo (La revolución es la tarea de una resuelta minoría, afirmará José Antonio[5]) y cuentan con un apoyo escaso comparado con los medios materiales y humanos de los partidos en el poder (conviene no olvidar que Podemos obtuvo solo un 8% de los sufragios en las pasadas elecciones). Por tanto, si quieren sacar adelante sus propuestas radicales de cambio político y socio-económico, han de aprovechar la ocasión para hacerse con el control del Estado e iniciar la transformación desde arriba.

Para ello (y aquí podemos encontrar otra concomitancia) ambas formaciones van a echar mano de las experiencias internacionales exitosas de su tiempo. En el caso de la Falange, el referente de su “revolución nacional” es fascismo italiano (no olvidemos que José Antonio tenía en su biblioteca un retrato firmado de Mussolini y que prologó la edición de su obra, El Fascismo, en España). Mientras que en el caso de Podemos la “hora de la gente” está inspirada en el socialismo latinoamericano, sobre todo en la “Revolución Ciudadana” de Correa en Ecuador  y en la “Revolución Bolivariana” de Chávez en Venezuela[6] (Juan Carlos Monedero, Pablo Iglesias e Íñigo Errejón fueron asesores del gobierno de éste último país a través de la  Fundación CEPS[7], y basta echar un vistazo a la página web de dicha fundación para ver hasta qué punto la experiencia latinoamericana ejerce sobre ellos una poderosa influencia).

Quizá pueda objetarse, a tenor de lo dicho, que existe una gran diferencia en el cómo a la hora de aupar a los idóneos al poder, entre la antidemocracia declarada de Falange y la pretendida democracia de Podemos. Pero otra vez nos encontramos con que esta diferencia no es tan grande, sino más bien aparente pues, aunque por caminos divergentes, sus metas confluyen:

El recorrido hacia la conquista del Estado de Falange se sitúa a medio camino entre la búsqueda de la ocasión precisa y el uso de la fuerza si fuese necesario, provenga esta de sus propias milicias, del ejército o de la combinación de ambos, tal y como lo expresó su líder en el discurso fundacional:

Pero no saldrá de ahí nuestra España ni está ahí nuestro marco [el parlamento]. Esa es una atmósfera turbia, ya cansada, como de taberna al final de una noche crapulosa. No está ahí nuestro sitio. Yo creo, sí, que soy candidato; pero lo soy sin fe y sin respeto. [...] Nuestro sitio está al aire libre, bajo la noche clara, arma al brazo y, en lo alto, las estrellas.[8]

Y una vez que se ha conseguido esto, se implantará un Estado totalitario que vertebre ese nuevo orden, según reza en la Norma programática redactada en noviembre de 1934[9]:

6. Nuestro Estado será un instrumento totalitario al servicio de la integridad patria. Todos los españoles participarán en él a través de su función familiar, municipal y sindical. Nadie participará a través de los partidos políticos. Se abolirá implacablemente el sistema de los partidos políticos con todas sus consecuencias: sufragio inorgánico, representación por bandos en lucha y Parlamento del tipo conocido.

Podemos, en principio, también aspira a una búsqueda oportunista del poder. Y aunque propugne la participación democrática para conseguirlo (de hecho en su asamblea puede participar  “cualquiera que muestre su predisposición a hacerlo”[10]), lo hace quizá no tanto convencido de lo idóneo de este método como disuadido de usar otros, pues la todavía sólida cimentación del Estado, tanto en el interior como en el exterior, “imposibilita tanto las hipótesis insurreccionales como las deconstrucción de contrapoderes “por fuera” de la estatalidad.”[11]

Así mismo, esa apariencia democrática no oculta que, en realidad, como acertadamente ha señalado Marat en un interesante artículo sobre la organización de Podemos[12], es una formación eminentemente oligárquica. Del mismo modo que tampoco oculta que el fin último que persigue no es un gobierno que gestione las aspiraciones de los gobernados, sino una “reforma constituyente” que amolde las instituciones a las nuevas metas de esa oligarquía[13], pudiéndose llegar a convertir el programa del partido en la nueva constitución, cosa que Iñigo Errejón, veía con buenos ojos en Venezuela.[14]

Así las cosas, el resultado final de unos y otros no dista mucho: Un Estado controlado por la nueva oligarquía que dice estar al servicio de la Patria o del Pueblo; es decir, una suerte de nuevo despotismo ilustrado en el que todo se hace en nombre del pueblo (entendido como la visión fenotípica que la oligarquía revolucionaria tiene del sustrato de una nación), pero procurando que éste entorpezca lo menos posible ese quehacer revolucionario con su participación, pues es maleable y susceptible de ser ganado por la contrarrevolución.

Una vez transmutado el orden político, y conseguidas las riendas del Estado, es el momento de transmutar el orden económico para poner la economía al servicio de la política, en lugar de la política al servicio de la economía.  

A este respecto cabe decir que ambos grupos coinciden en poner coto a los excesos del capitalismo, pero no abogan por su desaparición ni plantean un modelo alternativo. Así, Podemos aboga en su programa por poner coto a las grandes corporaciones y apostar por la “promoción del protagonismo de la pequeña y mediana empresa en la creación de empleo”[15]. Es decir, bajo este enunciado subyace la idea de que el verdadero problema no es la iniciativa empresarial, sino el gran capital rentista, algo que José Antonio se expresó en términos muy parecidos:

Muchas veces, cuando yo veo cómo, por ejemplo, los patronos y los obreros llegan, en luchas encarnizadas […] pienso que no saben los unos y los otros que son ciertamente protagonistas de una lucha económica, pero una lucha económica en la cual, aproximadamente, están los dos en el mismo bando; que quien ocupa el bando de enfrente, contra los patronos y contra los obreros, es el poder del capitalismo, la técnica del capitalismo financiero. Y sí no, decídmelo vosotros, que tenéis mucha más experiencia que yo en estas cosas: cuantas veces habéis tenido que acudir a las grandes instituciones de crédito a solicitar un auxilio económico sabéis muy bien qué intereses os cobran, del 7 y del 8 por 100, y sabéis no menos bien que ese dinero que se os presta no es de la institución que os lo presta, sino que es de los que se lo tienen confiado, percibiendo el 1,5 ó el 2 por 100 de intereses, y esta enorme diferencia que se os cobra por pasar el dinero de mano a mano gravita juntamente sobre vosotros y sobre vuestros obreros, que tal vez os están esperando detrás de una esquina para mataros.[16]
         Además de la promoción del trabajo autónomo, otro de los pilares del cambio económico propuesto por Podemos, y que abunda en lo expuesto anteriormente (es decir, la distinción entre capital productivo y capital rentista) es llevar a cabo una “auditoría ciudadana de la deuda”, que determine la justicia o injusticia de las deudas contraídas y el impago de estas última. Es decir, la deuda se considera legítima si ha sido contraída para mejorar las condiciones económicas del país, pero no si ha sido especialmente diseñada para enriquecer exclusivamente al capital rentista en detrimento de esas condiciones económicas.

         Dejar de pagar la deuda,  considerado  por numerosos economistas como una aberración, no es algo muy distinto de una de las propuestas estrella del falangismo, que incide en esa dicotomía entre capital productivo y capital rentista: El impago de la renta por quienes cultivan la tierra. Así lo expresó José Antonio:

El capitalismo rural consiste en que, por virtud de unos ciertos títulos inscritos en el Registro de la Propiedad, ciertas personas que no saben tal vez dónde están sus fincas, que no entienden nada de su labranza, tienen derecho a cobrar una cierta renta a los que están en esas fincas y las cultivan. Esto es sencillísimo de desarticular, y conste que al enunciar el procedimiento de desarticulación no formulo todavía un párrafo programático de la Falange; el procedimiento de desarticulación del capitalismo rural es simplemente éste: declarar cancelada la obligación de pagar la renta. Esto podrá ser tremendamente revolucionario, pero, desde luego, no originará el menor trastorno económico; los labradores seguirán cultivando sus tierras, los productos seguirán recogiéndose y todo funcionaría igual.[17]

Otro pilar básico de la nueva orientación económica que el programa de Podemos pone de manifiesto es la  “reorientación del sistema financiero para consolidar una banca al servicio del ciudadano”, que obedece al mismo fin y va de la mano con la  “recuperación del control público en los sectores estratégicos de la economía”.  Pues bien, no hace falta nada más que echar un vistazo a la Norma programática de la Falange, de noviembre de 1934 para apreciar cómo la esencia de ambas propuesta se halla allí plasmada:

12. La riqueza tiene como primer destino –y así lo afirmará nuestro Estado– mejorar las condiciones de vida de cuantos integran el pueblo. No es tolerable que masas enormes vivan miserablemente mientras unos cuantos disfrutan de todos los lujos […]

14. Defendemos la tendencia a la nacionalización del servicio de Banca y, mediante las corporaciones, a la de los grandes servicios públicos.[18]
Finalmente, otro de los puntos del programa de Podemos que más chispas han hecho saltar entre los economistas defensores del status quo es el  “derecho a una renta básica para todos y cada uno de los ciudadanos por el mero hecho de serlo”, que no es sino un medio de hacer efectivos los derechos teóricos, cosa ya preconizada por José Antonio en el discurso fundacional de Falange

Queremos que no se canten derechos individuales de los que no pueden cumplirse nunca en casa de los famélicos, sino que se dé a todo hombre, a todo miembro de la comunidad política, por el hecho de serio, la manera de ganarse con su trabajo una vida humana, justa y digna.[19]


Y que siempre tuvo presente: 

Esto es precisamente lo que debiera ponerse a hacer España en estas horas: asumir este papel de armonizadora del destino del hombre y del destino de la Patria, darse cuenta de que el hombre no puede ser libre, no es libre si no vive como un hombre, y no puede vivir como un hombre si no se le asegura un mínimo de existencia, y no puede tener un mínimo de existencia si no se le ordena la economía sobre otras bases que aumenten la posibilidad de disfrute de millones y millones de hombres.[20]

Siguiendo con esa idea de que la política está para poner al Estado al servicio de los ciudadanos, y no a la inversa, otra de las propuestas de Podemos, en sintonía con las de Falange, es la de hacer de la cultura y la educación un bien público, y no un negocio privado. De este modo, Podemos preconiza la garantía del derecho al conocimiento, la formación académica y una educación pública, gratuita, laica y universal…”, que en lo fundamental  coincide con lo expresado por la Falange en su Norma Programática:

24. La cultura se organizará en forma de que no se malogre ningún talento por falta de medios económicos. Todos los que lo merezcan tendrán fácil acceso incluso a los estudios superiores.[21]

Quizá habrá quien diga que una educación laica está en la antítesis del pensamiento joseantoniano. Ahora bien, quizá una cosa es que el espíritu católico deba permear la acción educadora y otra que esta sea patrimonio exclusivo de los eclesiásticos. Al respecto puede leerse en los Puntos iniciales aparecidos en diciembre de 1933:

Tampoco quiere decir que el Estado vaya a asumir directamente funciones religiosas que correspondan a la Iglesia, ni menos que vaya a tolerar intromisiones o maquinaciones de la Iglesia, con daño posible para la dignidad del Estado o para la integridad nacional.[22]

Finalmente, y salvando las distancias, también la “garantía del derecho a una vivienda digna” que ampara al Estado para expropiar las viviendas de los bancos está en sintonía también con otra de las propuestas falangistas:

21. El Estado podrá expropiar sin indemnización las tierras cuya propiedad haya sido adquirida o disfrutada ilegítimamente.[23]

A tenor de todo lo expuesto, que no es poco, creo que no es descarriado decir que tanto Podemos como la Falange comparten una visión muy similar del momento político en el que se encuentran y del papel que han de desempeñar. Comparten, por así decirlo, una concepción cuasi mesiánica de la política que les lleva a proclamar, tras escrutar el signo de los tiempos y llegar a similares conclusiones, que el momento ha llegado, que la siega se acerca y que ellos son los encargados de empuñar la hoz del nuevo Estado, instrumento indispensable para acometer el cambio que hará de nuestra desgraciada España una tierra donde brote leche y miel. Tal es, esencia, la fe que ambos comparten.

















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sábado, 14 de junio de 2014

¿Es Podemos la nueva Falange? El diagnóstico




         Las recientes elecciones al parlamento europeo le han dado una buena colleja a uno de los tópicos que con más fuerza han arraigado entre la gente, ese de que votar no sirve para nada. Visto lo visto, más que afirmar que votar no sirve para nada, sería mejor decir que lo que no sirve para nada es votar siempre a los mismos. En cuanto las fuerzas del régimen han visto que no cuentan ni con la mitad del apoyo de los electores, Rubalcaba ha dimitido, el Rey ha abdicado y, como decía el otro día Jesús Cacho: También el PP está muerto, aunque todavía no huele[1]. Quizá sean cambios de esos que se hacen para que todo siga igual, cosa que está aún por ver; pero de momento lo que nadie puede negar es que algo se mueve.

         El gran fenómeno dentro de  este cambio de onda en el espectro político ha sido la irrupción de Podemos. Una nueva hornada de políticos que, con un estilo y unas ideas aparentemente nuevas, están siendo capaces de capitanear las aspiraciones políticas de los recientemente desencantados con el sistema, así como de los que ya se hallaban en la periferia y en los extramuros de éste.     

         Quizá alguno se haya extrañado al ver escrito eso de “aparentemente nuevas”, cuando precisamente si algo transmite Podemos es frescura y juvenil arrobo. Pero sí, la novedad es solo aparente porque tanto las ideas de Podemos como el discurso que las encierra cuentan ya con precedentes, cercanos e insospechados, que es precisamente de lo que hoy quiero hablarles.

         Algunos han relacionado al incipiente movimiento con el castrismo, con el socialismo bolivariano o con el kirchnerismo[2]. Quizá algo de esto haya,  pero a mi juicio no hay que irse tan lejos para buscarle referentes pues, como a continuación intentaré demostrar, en Podemos puede verse, a poco que se rasque, la impronta de la Falange joseantoniana (con lo que quiero referirme a la trayectoria de este movimiento desde su fundación hasta la muerte de su fundador, que haríamos bien en no confundir con sus posibles secuelas, sucedáneos y adulteraciones).

         Habrá quien diga que eso es una obviedad (máxime si tenemos en cuenta lo fácil que es caer en que ya sabías algo justo después de que te lo digan) y, tirando de tópico, afirme, muy serio, aquello de  que “los extremos se tocan”[3]. Habrá quien diga que esto no es nada más que una de tantas paridas que buscan desinflar la creciente popularidad de Pablo Iglesias. Pues bien, a los amantes de los tópicos les pediría que intenten tocarse con la clavícula izquierda la clavícula derecha, a ver si es verdad que lo consiguen. Y a quienes confunden pereza con escepticismo que lean los párrafos que siguen a ver si es verdad que consiguen pasar por alto las poderosas similitudes entre un movimiento y otro.

         Más allá de los parecidos que puedan encontrarse en el estilo de ambas formaciones (un líder con tirón popular que divulga un discurso sencillo pero intelectualmente sólido y retóricamente atractivo), lo verdaderamente significativo son sus coincidencias a la hora de llevar a cabo el análisis de la situación que les ha tocado vivir.
        
     Tanto Podemos como Falange tienen numerosos puntos de encuentro a la hora de hacer un diagnóstico de los males que aquejan al país: Ambos coinciden, groso modo, en que el cáncer de España es un sistema que ha permitido a los partidos políticos convertirse en una casta de privilegiados que gobierna de espaldas al pueblo, en su propio beneficio y en el de quienes les sostienen, los poderes económicos

         José Antonio expresaba así ese hartazgo:
“¡Basta de partidos! Queremos un Estado español genuinamente nuestro, nacido de nuestros Sindicatos. No necesitamos una casta de políticos que se interponga entre nosotros y el Estado.”[4]
         Ese término, la casta, se constituye también en el eje que vertebra el discurso de Podemos:
"Eso es la casta, los comportamientos que sirven para que algunos políticos sean los mayordomos de los ricos y no los carteros de los ciudadanos”[5]
         
 Precisamente, esos mismos partidos políticos que ahora se enseñorean del gobierno,  como tanto Podemos como Falange constantemente recuerdan, tuvieron en sus manos una ocasión preciosa para haber conducido al país hacia una mayor justicia social y hacia cotas más altas de dignidad ciudadana, pero sin embargo la desaprovecharon mimando a los privilegiados, dilapidado el caudal de esperanza y fe en ellos depositado.
         
 Falange denunció la traición de las esperanzas del pueblo tras la proclamación de la II República:
“La tremenda responsabilidad de los hombres del 14 de abril estriba en haber malogrado aquella esperanza colectiva, en haber reformado el sentido de su revolución. Ahora se pretende enredar a Azaña y Casares Quiroga en un fangoso proceso sobre si consintieron o no el traslado de armas a Portugal. ¡Qué estupidez! […]
Nuestra acusación contra los hombres del bienio es bien otra: "Tuvisteis a España en vuestras manos entregada durante dos años. La tuvisteis blanda como cera. Pudisteis llevar a cabo la verdadera revolución española y preferisteis reemplazarla por una política de secta, de disgregación, de vejaciones inútiles, de exasperación espiritual. Por culpa vuestra volvió España a manos de las viejas gentes reaccionarias, deseosas de escamotear la revolución. Eso sí que no se os perdonará.[6]
         Al tiempo que se mimaba a la oligarquía capitalista:
“La política del bienio no fue, ciertamente, una política anticapitalista. Nunca fueron tan mimados los Bancos y las grandes Empresas. Aumentaron las emisiones de valores públicos, y con ellas, naturalmente, las personas que viven del cupón sin trabajar.”[7]
        
 En nuestra historia reciente esté habría sido, según Pablo Iglesias, líder de Podemos, lo acontecido durante los gobiernos del PSOE:
Mucha gente humilde ha depositado históricamente su confianza en el PSOE y ahora se siente muy decepcionada […] nos dice que les hemos hecho recuperar la ilusión del 82” [8]

         De este modo, aquellos que un día suscitaron las esperanzas y anhelos del pueblo se han convertido, de nuevo en palabras de Pablo Iglesias, en “unos señores encorbatados que se alejan de los ciudadanos”.[9]  De este modo se han constituido, como decíamos, en una casta de privilegiados que gobierna de espaldas al pueblo,  cuyos derechos son mera retórica. Contra esto se revuelven unos y otros.
         “Y así, mientras vosotros pasabais los rigores del frío y del calor doblados sobre una tierra que no iba a ser vuestra nunca, soportando la enfermedad, la miseria y la ignorancia, las leyes escritas por gentes de la ciudad os escarnecían con la burla de deciros que erais libres y soberanos; todo porque cada dos o tres años os proporcionaban el juego de echar unos papelitos en unas cajas de cristal, de las que habían de salir los nombres de los que luego se olvidarían de vosotros, de vuestra hambre y de vuestros trabajos, hasta las elecciones siguientes.”[10]

         Como afirma Pablo iglesias, eso es así porque “el proyecto personal de sus líderes es acabar en los consejos de administración de las empresas a las que beneficiaron”.[11]
         Cosa que también en su momento denunció José Antonio:
“Aquí las grandes empresas, desde el principio, acudieron al auxilio del Estado: no sólo no lo rechazaron, sino que acudieron a él; y muchas veces –lo sabéis perfectamente, está en el ánimo de todos– no sólo impetraron el auxilio del Estado, no sólo gestionaron aumentos del arancel protectores, sino que hicieron de esa discusión un arma de amenaza para conseguir del Estado español todas las claudicaciones.”[12]

         Por eso, ambas formaciones, si quieren formar parte de la solución, han de situarse  “más allá de la burocracia y aparatos clásicos de los partidos”[13], a los que, como hemos visto, consideran gran parte del problema. De este modo, Teresa Rodríguez, eurodiputada electa por Podemos, afirmaba en una entrevista:
“No pretendemos ser una fuerza política más que ocupe una determinada horquilla del porcentaje de votos. Se trata de configurar un frente amplio contra el bipartidismo.”[14]

         Esa idea de que somos distintos, puede verse también en los discursos joseantonianos:
“Así, pues, no imagine nadie que aquí se recluta para ofrecer prebendas; no imagine nadie que aquí nos reunimos para defender privilegios.”[15]

         De este modo, ambas formaciones, tratando precisamente de romper con ese sistema caduco, el de los partidos políticos, evitan denominarse partidos. Podemos en su carta de presentación se define como una “nueva iniciativa ciudadana” [16], Mientras que Falange vino a definirse como “movimiento”:
“El movimiento de hoy, que no es de partido, sino que es un movimiento, casi podríamos decir un antipartido, sépase desde ahora, no es de derechas ni de izquierdas [17]

         Del mismo modo que ambos desprecian el cariz elitista y sectario que han adquirido los partidos políticos, ambos hacen también hincapié en lo injusto del sistema electoral que los perpetúa. En palabras de José Antonio:
“Los partidos políticos se producen como resultado de una organización política falsa: el régimen parlamentario.
En el Parlamento, unos cuantos señores dicen representar a quienes los eligen. Pero la mayor parte de los electores no tienen nada común con los elegidos: ni son de las mismas familias, ni de los mismos municipios, ni del mismo gremio.
Unos pedacitos de papel depositados cada dos o tres años en unas urnas son la única razón entre el pueblo y los que dicen representarle.”[18]

         Algo que está en franca sintonía con las palabras de Para Pablo Iglesias cuando afirma que: “La democracia no es solo poder votar cada cuatro años”.[19]
 
         Un orden político y social  injusto es, en un endiablado círculo vicioso, causa y consecuencia de un sistema económico injusto. No obstante, aunque tanto en el discurso de Falange como en el de Podemos están presentes las críticas a los efectos perniciosos y los excesos del capitalismo, evitan planteamientos más radicales como la lucha de clases, la instauración del comunismo o la abolición de la propiedad privada, como puede verse en la conferencia que José Antonio pronunció en el Círculo Mercantil de Madrid en 1935:
“[…] muchas veces, cuando yo veo cómo, por ejemplo, los patronos y los obreros llegan, en luchas encarnizadas, incluso a matarse por las calles, incluso a caer víctimas de atentados donde se expresa una crueldad sin arreglo posible, pienso que no saben los unos y los otros que son ciertamente protagonistas de una lucha económica, pero una lucha económica en la cual, aproximadamente, están los dos en el mismo bando; que quien ocupa el bando de enfrente, contra los patronos y contra los obreros, es el poder del capitalismo, la técnica del capitalismo financiero.”[20]

         Del mismo modo, cuando Pablo Iglesias  afirma que “decir que el problema es el capitalismo […] no explica nada”[21], no quiere decir que el sistema económico sea inocuo, sino que más allá de lucubraciones particulares y abstractas sobre el fenómeno, hay que poner de relieve sus manifestaciones, que no admiten discusión: recortes, precariedad laboral, cierre de pequeños negocios, etc.
         Finalmente ambos coinciden a la hora de denunciar esa idea hueca de España que los privilegiados han creado en su propio beneficio, en detrimento de un patriotismo auténtico. En palabras de José Antonio, es necesario clamar contra los que amparan bajo la bandera del patriotismo la averiada mercancía de un orden burgués agonizante”.[22]
         Algo semejante a lo que afirma Pablo Iglesias:
“Lo primero que hay que decir es que no puede ser que ese concepto esté en manos de vendepatrias, que el concepto de patriotismo esté en manos de los que privatizan, de los que entregan la soberanía del país, de los que tienen cuentas en Suiza, de los que defienden los privilegios contra la mayoría de la gente del país.”[23]
         Pues, como afirama José Antonio:
“Para que la vida del promedio de los españoles alcance un decoro humano, es preciso que los privilegiados de la fortuna se sacrifiquen. Si las derechas (donde todos esos privilegios militan) tuvieran un verdadero sentido de la solidaridad nacional, a estas horas ya estarían compartiendo, mediante el sacrificio de sus ventajas materiales, la dura vida de todo el pueblo. Entonces sí que tendrían autoridad moral para erigirse en defensores de los grandes valores espirituales. Pero mientras defiendan con uñas y dientes el interés de clase, su patriotismo sonará a palabrería.”[24]
         Es decir:
“No estaremos unidos en la misma hermandad mientras unos cuantos tengan el privilegio de poder desentenderse de los padecimientos de los otros.”[25]

         Por tanto, como sentencia Pablo Iglesias,  “El patriotismo no es llevar pulseritas roja y gualda mientras se está en el palco del partido de fútbol"[26], sino un esfuerzo conjunto solidario. Como afirmó José Antonio “un pueblo es como un gran barco, donde todos naufragan o todos arriban”.[27]
 
Así las cosas, son muchos los puntos en común que contiene el análisis de la realidad de ambas formaciones. Y si esto puede resultarnos chocante, no menos lo es contemplar las enormes concomitancias que pueden apreciarse en el remedio que proponen. Pero de esto nos ocuparemos ya en una segunda entrega.



SIGUIENTE ENTREGA




[1] http://vozpopuli.com/actualidad/44196-tambien-el-pp-esta-muerto-aunque-todavia-no-huele
[2] http://www.europapress.es/nacional/noticia-ideologos-podemos-ven-gobiernos-latinoamericanos-izquierda-bolivariana-ejemplos-seguir-espana-20140601114942.html#at_pco=smlwn-1.0&at_si=53917a237b0453ce&at_ab=per-12&at_pos=0&at_tot=1
[3] http://www.libertaddigital.com/opinion/manuel-llamas/pablo-iglesias-el-chavez-espanol-71680/
[4] http://www.rumbos.net/ocja/jaoc2123.html
[5] http://www.periodistadigital.com/politica/partidos-politicos/2014/06/10/el-azote-del-capitalismo-recibio-una-beca-de-caja-madrid-y-el-corrupto-blesa-de-15-000-euros.shtml
[6] http://www.rumbos.net/ocja/jaoc0088.html
[7] http://www.rumbos.net/ocja/jaoc0088.html
[8] http://politica.elpais.com/politica/2014/05/23/actualidad/1400863156_284091.html
[9] https://www.youtube.com/watch?v=QyujaqG3TvQ
[10] http://www.rumbos.net/ocja/jaoc0037.html
[12] http://www.rumbos.net/ocja/jaoc0103.html
[13] http://www.eldiario.es/andalucia/mirando_a_europa/Teresa-Rodriguez-sistema-mayoria-ciudadania_0_264923635.html
[14] http://www.eldiario.es/andalucia/mirando_a_europa/Teresa-Rodriguez-sistema-mayoria-ciudadania_0_264923635.html
[15] http://www.rumbos.net/ocja/jaoc0011.html
[16] http://www.diariocritico.com/castilla-la-mancha/politica/elecciones-europeas-2014/podemos/pablo-iglesias/455837
[17] http://www.rumbos.net/ocja/jaoc0011.html
[18] http://www.rumbos.net/ocja/jaoc0014.html
[19] http://www.periodistadigital.com/periodismo/tv/2013/09/24/isabel-san-sebastian-pablo-iglesias-asamblea-facultad-jesus-cintora.shtml
[20] http://www.rumbos.net/ocja/jaoc0103.html
[21] http://www.youtube.com/watch?v=UWX4Hz-B90c
[22] http://www.rumbos.net/ocja/jaoc0088.html
[23] http://berlunes.com/entrevista-pablo-iglesias-podemos
[24] http://www.rumbos.net/ocja/jaoc0071.html
[25] http://www.rumbos.net/ocja/jaoc0037.html
[26] https://twitter.com/la_tuerka/status/471024584742158336
[27] http://www.rumbos.net/ocja/jaoc0037.html